viernes, 26 de junio de 2015

¿Por qué al mexicano le gusta por detrás?



Al menos en lo que representa elegir los cargos de elección popular pareciera que al mexicano le gusta ser objeto de sodomía forzada y además sin ningún medio que aplaque las embestidas furiosas de sus futuros (y pasados) mandatarios en la ante, intencionalmente, dejada en el imaginativo, parte, claro, a menos que los que reciben sus tarjetas de Soriana de 500 pesos, sus bultos de cemento “gratis” y las despensas con la marca de Satanás, digo del PRI, les puedan ellos llamar una especie de justicia lubricante decente.
No entiendo bajo que circunstancia le pareciera al individuo promedio justo que exista una  situación en que la misma familia herede, como si de plazas magisteriales se tratase, la gubernatura de un estado de un hermano a otro, y que encima de eso el primero deje al estado con la deuda más grande de la historia, la cual no solo no se vio aplicada en ningún rubro de la administración sino que de manera clara para todo aquel que tenga ojos y la medida cerebral de un idiota capaz de entender números o de un niño de 7 años para el caso fue robada por tal persona. Y el segundo no conforme con cubrir con toda la ley al primero y dejarlo escapar al extranjero siga gobernando como si se tratase de algo digno de celebrarse.
Pareciera que en verdad o el individuo promedio está loco, estúpido o no le importa que hagan de su futuro, el futuro de sus hijos o de los hijos de estos los gobernantes, que le pasen por encima, que lo humillen, le burlen, le escupan al rostro, lo golpeen, lo ultrajen a él y a su familia pasando por la más vieja de su casa hasta incluso al que no ha nacido.
Y en reprimenda a estos gobernantes, en castigo a sus decisiones de empoderarse y enriquecerse ilegalmente, de sobajarnos a meros imbéciles mientras se pasean y viven de nuestro dinero, de embrutecernos con partidos de fútbol (¡que tampoco ganamos!)  El ciudadano lo castiga de manera brutal, cómo, pues aprobando a todos sus pillos amigos del mismo partido para que sigan haciendo imposible que alcance justicia, para que sigan reforzando leyes que favorezcan la oscuridad en las medidas del gasto público, para que entre ellos mismos se palmeen la espalda entre ellos mientras siguen endeudando al estado y dándole fuerte, duro, sin piedad y con furia, por detrás con graciosa candencia y singular gusto sin detenerse, azotándolo con los látigos del impuesto, de la multa, de la represión social, mientras lo hace, apretando las nalgas del electorado con sus sucias manos llenas de sangre, lodo y sudor resoplando en su nuca, mordiéndole los lóbulos de las orejas mientras se saborean el dinero que aparte de todo, les tienen que dar para que los hagan suyos por siempre.
El Coahuilense es un sumiso y lo será eternamente, desea tener dentro a la bestia que aborrece, desea que lo domine, lo humille y lo maltrate, pero que no lo deje, porque el cambio le aterra, prefiere por sobre todas las cosas la maldad que conoce a la bondad que podría ser.
Es imposible cambiar la mentalidad del ser común y la masa, es más fácil convencerlos de que salten al vacío, todos juntos tomados de la mano, que hacer que se movilicen contra un sistema que los odia pero que ellos han aprendido a amar de manera incondicional. Por lo tanto amigo lector, si tú eres de esos que le gusta lo que tiene aunque implique rasparse las rodillas diariamente, te felicito, has alcanzado el Nirvana de manera tan rápida que Buda se quedó pendejo ante tal hazaña, no sientes lo duro sino lo tupido y eso para ti, está bien, disfruta de tu dosis diaria de ultraje y nos vemos en las próximas elecciones.
Advertencia, la columna estaba llena de referencias e insinuaciones horribles de penetración forzosa. Y creo que esto debería ir al principio pero suena más divertido hasta el final.